Peter Drucker mantenía que: “Innovar es encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos de que ya disponemos.» Y esto ilustra perfectamente el primer punto de vista que se ciñe a la reutilización de recursos ya existentes en la administración y a los que debemos darles estos usos mas universales y accesibles pensando siempre en el ciudadano. Tanto es así que en un primer estadio de ciudad inteligente basta con analizar la cantidad ingente de datos y servicios que maneja un ayuntamiento y que aplicándoles usos mas razonables hace florecer una inteligencia aplicada directamente a la relación entre el ciudadano y la administración. Se da el caso, en el que estoy seguro que se encuentran la mayoría de ayuntamientos, de que todos han iniciado el camino hacia esta inteligencia de reutilización de lo que ya tenemos, casi sin darse cuenta y con ejemplos claros algunas actuaciones que se están desarrollando en varios ayuntamientos: Una administración electrónica ágil capaz de sugerir al ciudadano los tramites que por su condición; edad, tipo de tramite que ha iniciado, ubicación etc… puede llevar a cabo. Imaginemos una persona que se encuentra en un procedimiento de concesión de licencia de apertura para un establecimiento de hostelería, ¿podemos sugerirle una vez comprobado que su local tiene fachada a la calle que puede solicitar una licencia para explotación de un velador? La respuesta es si, la administración dispone ya de esa información y se deben establecer los procesos que permitan este tipo de sugerencias. Esto es un ejemplo de inteligencia factible y de aplicación casi inmediata, la administración pasa de ser reactiva contestar al ciudadano a ser proactiva, sugerir al ciudadano.
El siguiente punto de vista se componen de todas aquellas actuaciones, que, como en el caso anterior, los ayuntamientos estan acometiendo de forma urgente y que responden a su responsabilidad (y necesidad) de reducir los costes, de aplicar principios de eficiencia energética, de racionalizar los servicios que prestamos a los ciudadanos procurando el mínimo coste y la máxima efectividad. Así, casi sin darse cuenta de la inteligencia que supone, estan trabajando en medidas de control lumínico con una clara apuesta por luminarias de bajo consumo (lámparas led) en todas las nuevas actuaciones, racionalizando el uso de las que no se han sustituido todavía, habilitando controles de acceso del tráfico rodado , mejorando la eficiencia de las comunicaciones haciendo converger la voz y los datos de las distintas áreas de las entidades públicas, estudiando modelos de eficiencia energética para aplicar a los edificios de responsabilidad municipal, geoposicionando el transporte público para que el ciudadano pueda saber donde se encuentra el autobús y cuanto tardará en llegar a su parada. En definitiva esforzándose en ser altamente eficientes a un bajo coste. Estos tiempos de dificultades económicas así lo requieren y así es demandado por los ciudadanos que cada vez mas se preocupan por recibir mejores servicios sin tener que soportar incrementos de tasas. A veces estos proyectos se realizan fuera del paraguas de la marca “ciudad inteligente” pero coincidirán conmigo, es también inteligencia urbana.
El tercer punto de vista se refiere a las incesantes necesidades de conectividad de los municipios. En un mundo en que todo es cada vez más móvil, en que, cada vez mas la gente reside en espacios electrónicos como las redes sociales y en que el correo electrónico, el Whastapp, Facebook o twitter ya forman parte de la actividad cotidiana como medio de comunicación de cualquier ciudadano es imperioso garantizar esta conectividad de la misma manera que se asfaltan calles para comunicar barrios o se habilitan edificios para prestar servicios. Y este punto es especialmente crítico ya que sustenta todos los proyectos futuros de extensión de los servicios, de disponibilidad, de mejora de la autoprestación del propio ayuntamiento. Por ello las administraciones deben actuar como dinamizadores de estas redes de comunicaciones para garantizar su accesibilidad, para mejorar los servicios, pero sobre todo para crear un ecosistema adecuado que permita la proliferación de nuevas iniciativas tanto privadas como públicas e incluso iniciativas de ciudadanos que puedan aportar enriquecimiento a la red, a los servicios y por tanto a la ciudad. La clave de este ecosistema de servicios sustentado sobre las redes, supone la diferencia entre ciudades que serán atractivas y por tanto competitivas, capaces de desarrollar nuevos negocios, nuevas oportunidades y las que se queden atrás que no dispondrán de la facilidad de poder ofertar estas condiciones ventajosas a entidades y ciudadanos. De modo que parece inteligente empezar a plantear proyectos de mejora en las redes de acceso de los municipios.
Para terminar, un concepto muy gráfico de cómo entendemos las ciudades inteligentes utilizando un símil muy fácil de comprender: pensamos que la ciudad es como un cuerpo humano y así que este cuerpo humano necesita consumir recursos, del mismo modo que cualquier persona se alimenta, genera residuos que debemos gestionar eficientemente y se compone de diversos componentes, los ciudadanos: autenticas neuronas transmisoras y receptoras de servicios, los ojos que podrían ser cámaras de seguridad o sensores instalados para el control semafórico, piernas que nos transportan, como lo hace el transporte público etc… Y este tratamiento conlleva el especial cuidado que debemos poner en todo lo que le hagamos a nuestro cuerpo, a nuestra ciudad.